Thomas Hobbes


THOMAS HOBBES (1588-1679): EL LEVIATÁN

Hobbes, en Inglaterra edificó una grandiosa construcción teórica para justificar la existencia del poder y del estado. Maquiavelo había descripto los mecanismos de funcionamiento del poder, Bodin había justificado la necesidad de que en algún lugar del estado radique el centro del poder soberano, Hobbes fue más allá y se pregunta ¿por qué es necesario el estado?, y lo hace en su obra Leviatán con una visión puramente materialista.

Hobbes parte de un criterio sobre la psicología de la naturaleza humana absolutamente pesimista: el hombre recibe, a través de sus instintos, dos tipos de sensaciones: unas, agradables, le producirán placer y bienestar; otras, desagradables, le crearán malestar, dolor. El hombre tiende a potenciar la máximo las primeras y evitar las segundas. Por otra parte, la naturaleza humana incita a conseguir el máximo placer con el mínimo esfuerzo posible; pero los bienes que la naturaleza proporciona al hombre son escasos y difíciles de conseguir.
En la sociedad o mundo primitivo los hombres vivían libremente sin leyes, sin estado, sin gobernantes; se dedicaban a la recolección, a la agricultura, a la ganadería. Ahora bien, guiados por instintos egoístas, comenzaron a pelear entre ellos por disputarse las mejores tierras, los mejores pastos para el ganado. Algunos, más astutos, a costa de un esfuerzo mayor, acumulaban grano y cosechas en previsión de años de escasez; pero otros, robaban a su vecino, al que no le quedaba otro recurso que defenderse exponiéndose a perder la vida y la de los suyos. Así, esa sociedad primitiva era una “guerra de todos contra todos”; los hombres eran libres, pero a cambio de no tener seguridad ni siquiera para sus vidas.
Frente a tal situación, los hombres decidieron prescindir de la libertad absoluta que tantos prejuicios les ocasionaba y pactaron una sociedad política organizada. Para ello, cedieron una parte de su libertad personal a un tercero, el más apto, el más inteligente, el soberano, para que pusiera orden al caos, para que dictara unas leyes y obligara a su cumplimiento, castigando a los transgresores. Este soberano común es decir el estado, instituido por todos los hombres, sólo se justifica si garantiza aquello par lo que fue creado: el mantenimiento de la seguridad, del orden, dentro del cual los hombres puedan disfrutar de sus bienes, de sus propiedades.
Que Hobbes situase la figura del soberano en un monarca absoluto es secundario (creía que un rey absoluto era el que mejor podría garantizar estos fines del estado), lo importante es su justificación del estado.
Hay otro aspecto de la doctrina del inglés que entronca con la filosofía liberal de comienzos de la edad contemporánea, a pesar de sus posturas políticas netamente absolutistas: la imagen psicológica que presenta del hombre como ser egoísta competitivo, verdadero homo economicus, que calcula sus acciones en virtud de planteamientos utilitarios. Esta y no otra, fue la filosofía económica del triunfante capitalismo británico en los albores del siglo XIX.























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