JOHN
LOCKE (1632-1704): EL PADRE DEL ESTADO LIBERAL
Fue el teórico de la segunda revolución
inglesa o del pacto entre la alta nobleza y el bloque burgués parlamentarista.
Expuso sus ideas en Carta sobre la tolerancia y Tratado del Gobierno Civil.
Locke partió de los principios del derecho
natural y, al igual que Hobbes, efectuó una abstracción considerando que el
hombre vivía, en una época pretérita, en un estado de naturaleza en el que no
existía ningún tipo de organización social ni política. En esta situación o
estado primitivo el hombre se regía por unas leyes naturales básicas,
inspiradas en último término por Dios, que le venían dadas por su razón natural
y que son evidentes por sí mismas. Estas leyes o derechos naturales son el
derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad; pero en esta sociedad
primitiva no existía nadie, ninguna persona, ningún organismo, ninguna
institución que velase por su cumplimiento.
Sin embargo, la visión que tiene Locke de
este estado de naturaleza y de la psicología de la especie humana es menos
catastrófico, menos pesimista que en Hobbes. No es una guerra de todos contra
todos. El hombre debe velar por esos derechos y defenderlos frente a quienes
los incumplen, pero para no dejarse llevar por el deseo de venganza, deberá
buscar un poder moderador que regule la aplicación de la ley natural, decidiendo vivir en una
sociedad políticamente organizada por el consentimiento mutuo de los individuos
libres.
La legitimación del poder, del Estado,
vendrá dada exclusivamente en razón del libre consentimiento de los hombres. Al
constituirse en sociedad y formar un gobierno, éstos pueden ejercer
directamente el poder (mediante un sistema de democracia directa), o bien
pueden elegir unos representantes y delegar su poder en un cuerpo legislativo
(parlamento) encargado de elaborar las leyes que garanticen el cumplimiento de
los derechos naturales. Pero en último término, la soberanía pertenece al
pueblo, que la ejerce a través de sus representantes. Por ello, el poder de los
monarcas absolutos no es legítimo, porque atenta contra uno de los derechos
naturales del hombre, el derecho a la libertad, y porque el poder de nos
monarcas no es resultado del libre consentimiento delos hombres. Locke legitimó
así la base teórica del estado liberal.
LAS
REVOLUCIONES BURGUESAS Y EL PENSAMIENTO LIBERAL
En el siglo XVII se produjeron en
Inglaterra trascendentales acontecimientos políticos que cambiaron el curso de
la historia en este país y ejercieron enorme influencia en la Europa continental
y en Norteamérica a lo largo del siglo siguiente. Fue una revolución que se
desarrollé en dos etapas.
Durante la primera fase (1643-1648), se
desencadenó una cruenta guerra civil en la que los partidarios del Parlamento,
coaligados con la secta protestante de los puritanos (afincados principalmente
en Escocia y en el norte de Inglaterra) y apoyados por la clase media de las
ciudades y por la burguesía, se enfrentaron a los partidarios del absolutismo
monárquico que gozaba del apoyo de la mayoría de la nobleza inglesa. Su
caudillo era Oliver Cromwell (1599-1658). La contienda terminó con la victoria
de los parlamentarios, el derrocamiento de la monarquía y la instauración de un
régimen de corte autoritario dirigido por Cromwell. El Parlamento inglés condenó
a muerte al rey y, ante el pasmo de Europa, un monarca fue ejecutado en la
plaza pública.
Tras unos años tormentosos, que
contemplaron la restauración monárquica, en 1688-1689 tuvo lugar la segunda
revolución inglesa, esta vez sin derramamiento de sangre, en la que, por
decisión de la Cámara de los Comunes del Parlamento, se instauró
definitivamente un sistema político basado en la Monarquía Parlamentaria o
Constitucional.
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