Concepto
Comúnmente
la gente se inspira en creencias e
ideales sintiéndose a gusto en ese mundo, tratando de actuar con toda
conciencia y entrar en conocimiento de la
realidad de cada día, cuidando sus intereses y aspiraciones y distinguiendo
claramente los principios morales
existentes.
Teniendo
en cuenta tales reflexiones, podemos definir a la ideología como un grupo de
creencias expresadas en forma de juicios de valor, frases apelativas y
sentencias aclaratorias, lo cual nos enfrenta a dos interpretaciones usuales en
cualquier cuestión:
1.-
¿Cuál es la realidad?
2.-
¿Cómo creemos que dicha realidad debería presentarse?
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Cuando
nos referimos a esta última pregunta no hacemos otra cosa que esbozar una idea particular sobre dicha cuestión,
cuya ejecución nos lleva a plantear una ideología.
La
ideología nos invita, entonces a la acción, a la praxis (práctica) y sus funciones son múltiples: instrumentales,
movilizadoras, organizadoras, expresivas en materias de intereses,
comunicativas, orientadoras y explicativas.
Cuando
esa ideología se refiere a la toma de
decisiones en materia social la llamamos con el aditamento de política (ideología política).
Las ideologías políticas parten de dos
características principales:
1.- La
representación de la sociedad.
2.- Un
programa político utilizable para dicho propósito.
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Para la
ideología política la sociedad se presenta desde un punto de vista particular,
en el cual se acentúan y contrastan diversos aspectos del mundo social, que
permiten observar como actúa la
realidad en todo su conjunto y como
debería ser desde un enfoque ideal.
De allí
que la base de todas las ideologías sea la representación
social, que permite trasmitir un programa de acción el cual deben
formularse recomendaciones para
garantizar la convergencia entre lo ideal y la realidad social existente.
Cuando la
sociedad ideal y la sociedad real se presentan de manera
más o menos armónica, solo habrá que realizar pequeños cambios que permitan
preservar, corregir o restablecer su equilibrio.
Pero, en
caso que entre lo ideal y la realidad existan marcadas diferencias, las recomendaciones tendrán un carácter
mucho más profundo, ya que han de proponer cambios importantes que permitan
reconstruir el orden político, según corresponda a la ideología que
sustentamos.
Por ello,
las ideologías suelen aportar
algunas interpretaciones conflictivas a la sociedad que, muchas veces, entran
en colisión unas con otras, pues plantean algunos desacuerdos políticos por medio de sus respectivos razonamientos.
LA TEORÍA COMO OBJETO DE ESTUDIO
Dicho en otros términos, las ideologías aportan argumentos polémicos que chocan con los agentes políticos (que intervienen en el proceso político), para defender sus principios y la forma de llevarlos a la práctica.
Cuando se intenta definir la
Teoría Política como objeto de estudio los distintos autores suelen comenzar por
disputas más o menos nominalistas acerca de su denominación. Muchos son los
nombres a los que se suele hacer referencia (Historia de las Ideas, Filosofía
Política, Historia del Pensamiento...) y ninguno de ellos parece que sea
enteramente satisfactorio. En lo que sigue, procederemos en el sentido
contrario a lo que es habitual, esto es, invirtiendo el método y acometiendo primero
la delimitación del objeto de estudio (el qué es la Teoría Política).
En el momento de abordar un
problema cualquiera, todos los seres humanos
distinguimos claramente (por más
que con distintos grados de elaboración), dos dimensiones claras del mismo a
las que llamamos “teoría” y “práctica”. Mientrasque en esta segunda dimensión identificamos
aquellos datos que observamos en el mundo de lo concreto (lo empírico), en
la primera situamos las ideas que, más allá de las informaciones
concretas de las que son inferidas, pertenecen al terreno de lo abstracto (lo
normativo). He aquí, pues, una primera y sencilla distinción, accesible al sentido
común que podemos adoptar como punto de partida.
A estas dos díadas conceptuales
(concreto/abstracto, empírico/normativo) vendría a añadírseles una tercera
que resulta del propio actuar humano (dicho con otras palabras: nuestro “ser
en el mundo”) y a la que filósofos como David Hume o Immanuel Kant, por mencionar
dos de los ejemplos más destacados, identificaron como distinción entre el
“ser” y “deber-ser”. Cuando nos referimos al estudio de la política, por tanto,
es el propio actuar político lo que determina esta misma distinción entre ser y
deber-ser; la acción política media entre nuestro conocimiento empírico
(nuestra experiencia) y nuestra reflexión teórica (nuestras ideas). La acción
política, por consiguiente, establece un puente entre lo concreto y lo abstracto, entre lo empírico
y lo normativo, entre aquello que es y aquello que debería ser.
Sin embargo, resulta
imprescindible distinguir aquí cuáles son los límites exactos de la actividad teórica, o lo que
es lo mismo, pero dicho en otras palabras: qué es y qué no es Teoría Política. De
hecho, comencemos por pensar lo que la Teoría Política no hace: la Teoría Política
no se ocupa de verificar empíricamente sus enunciados por medio de modelos analíticos.
Así, en cuanto que disciplina académica, la Teoría Política no
se encarga directamente del análisis de lo concreto (por ejemplo, no intenta
comprobar si en unos determinados resultados electorales se ha verificado o no
tal o cual tesis acerca de un fenómeno concreto – pongamos por caso el abstencionismo electoral). Por el contrario,
se preocupa de abordar aquellas abstracciones a las que lo concreto
da lugar, esto es, se encarga de clarificar las confusiones conceptuales y las
desorientaciones prácticas que se pueden derivar de los efectos del actuar
político o, más exactamente, del cambio
político en sí.
En efecto, mientras que el
análisis de lo empírico corresponde a las diferentes
disciplinas de la Ciencia
Política, la Teoría Política se sitúa como una actividad independiente que
aborda el estudio de la producción de conceptos y sus relaciones.
No obstante, esto no significa que la Teoría
Política opere en el vacío de la pura abstracción o en la producción de teoría
por la teoría (algo que el Idealismo identificaría como tarea fundamental de la
Filosofía). La Teoría Política siempre tiene una función aplicada. Aquí
es donde reside en última instancia su auténtico valor como fuente de
conocimiento.
Muchas
veces esos conflictos han conducido a la sociedad a una difícil situación entre
las distintas creencias opuestas que han dado motivo a un sinnúmero de ideologías políticas desarrolladas a
través de los tiempos con diferentes características.
Bibliografía
Bibliografía
- García, Apolinar E., "Introducción a la Ciencia Política", Ediciones Polimodal, Buenos Aires, Argentina, 2009.
- Sanahuja, José María, Enciclopedia Universal de Ciencias Sociales - Politología, Ed. Océano, España.
- Sanahuja, José María, Enciclopedia Universal de Ciencias Sociales - Politología, Ed. Océano, España.